Algunas personas se convierten en líderes porque son buenas en su trabajo como colaboradores individuales. Otras tienen la intención de convertirse en líderes. En ambos casos, a menudo se espera que desempeñen esa función con excelencia, pero no han recibido la formación adecuada.
Cuando un líder quiere inspirar a los miembros de su equipo para que aporten lo mejor de sí mismos, está en el buen camino hacia el liderazgo inspirador. Con esa visión, pueden centrarse en las habilidades y los recursos necesarios para lograr un impacto.
Cualquiera puede aprender a inspirar a los demás. Implica un cambio de mentalidad y centrarse en descubrir y aumentar el valor que aportan los miembros de su equipo en lugar de sólo ellos mismos. Lleva tiempo dominar el arte de la motivación de equipos, pero las sencillas acciones que se enumeran a continuación pueden poner en marcha el proceso:
Conozca a sus colaboradores como individuos reales.
El liderazgo inspirador no consiste en decir a los empleados lo que tienen que hacer y exigirles responsabilidades. Se trata de verlos como personas con necesidades reales y vidas que van más allá de su función laboral. Utiliza las reuniones 1 a 1 para explorar toda su vida, no sólo para evaluar su rendimiento. Conozca sus intereses y relaciones externas y las áreas que más les entusiasman de su trabajo. Recuerde lo que le digan (escríbalo si es necesario) y vuelva a hablar de ello en futuras conversaciones, sobre todo informales.
Capitalice su singularidad.
No se limite a intentar motivar a todo su equipo; motive a los miembros de ese equipo individualmente. Conozca las diferencias entre las personas y personalice su enfoque para cada una de ellas. Descubra sus talentos naturales y encuentre formas de aplicarlos a sus funciones. Se sentirán más responsables de su trabajo cuando puedan aprovechar sus pasiones y puntos fuertes.
Implique a su equipo en la definición de objetivos.
No imponga su visión al equipo y les exija que la acepten. Dígales cuál es el objetivo del que todos son responsables y pídales su opinión sobre cómo conseguirlo. Escúcheles atentamente e intente incorporar el mayor número posible de sus ideas. Se sentirán dueños del resultado si participan en su elaboración. Concéntrese en el impacto más que en el rendimiento.
Retire las barreras.
Aclare las expectativas, acuerde un camino claro hacia el objetivo y luego quítese de en medio. Confíe en que utilizarán su creatividad e innovación para alcanzar los objetivos y, a continuación, asegure los recursos y elimine las barreras de las que no puedan ocuparse por sí solos.
Conviértalos en su prioridad.
Se trata de su gente, así que apueste por ellos por encima de todo lo demás. Responda a sus correos electrónicos con rapidez; proporcione un buen entorno de trabajo; dé prioridad a su bienestar con flexibilidad de horarios según convenga; no celebre reuniones inútiles y cancele las habituales si no hay nada que tratar. Cuando valora su tiempo, demuestra que le importan.
Confíe en ellos.
Asuma que cada persona quiere hacer su mejor trabajo y aportar una contribución valiosa. Nunca microgestione porque es la forma más rápida de erosionar la confianza. Comuníquese con ellos con regularidad, al menos una vez a la semana, no para ver si están rindiendo, sino para conocer sus actualizaciones y retos, y para animarles. La gente quiere ser conocida, escuchada y reconocida por sus contribuciones e ideas, así que haz todo lo posible por animarles.
El liderazgo inspirador es la forma más satisfactoria de motivar a un equipo. No mejorarán porque usted se lo diga; mejorarán porque quieren hacerlo, y usted será el catalizador que lo haga posible.
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